sábado, febrero 08, 2025

COMO HACERSE MILLONARIO ANTES DE QUE MUERA LA ABUELA

 


El crucigrama pedía “que destila dulzura y cariño esta fémina” (6 letras) y yo puse “abuela”. Me equivoqué, la palabra era “tierna”, pero da lo mismo. De eso va. Si hacen películas diferentes para chicos jóvenes, está bien que llegue a las carteleras alguna para abuelos. Y aunque hable de morirse la abuela, no podemos dejar de ir.

Incluir en el título a una abuela que muere genera sospechas de melodrama; mezclarlo con un adolescente suena a comedia. Al final la película sorprende porque mezcla ambas cosas, pero con una notable dignidad y en un contexto oriental lo que hace que todo resulte nuevo y exótico.

How to make millions before grandma dies es una película tailandesa, opera prima (antes solo había dirigido series de TV: Bad genius, Project S) de un joven Pat Boonnitipat (35 años), que también participa en el guión, junto a Thodsapon Thiptinnakorn.  Está protagonizada por artistas poco conocidos para nosotros: Putthipong Assaratanakul hace de joven adolescente y Usha Seamkhum que hace de abuela. Ambos llevan el peso principal de la película, pero todo el elenco participante hace un papel digno, con ese tono un poco cansino y repetitivo que el lenguaje y el estilo de vida oriental imponen.

La música me ha pasado desapercibida, se notaba su existencia pero con poco protagonismo, siempre como fondo suave que acompañaba la acción. No así la fotografía y el paisaje que constituyen un elemento clave para situarnos en un contexto oriental, en el contraste entre el nivel popular y restringido de la abuela y el de clase alta de su hermano, en esa cultura especial en el que las diosas, la oración y el culto a los antepasados juega un papel muy especial. Y me quedé pensando (y aún sigo en ello) qué quiso reflejar Pat con los trenes tan presentes a lo largo del film: la fugacidad de la vida, el movimiento en un mundo fundamentalmente quieto, un mero guiño estético que nos recordaran que estamos en una ciudad oriental, no sé…

La historia está muy bien pensada y lograda. No sé si tendrá algo de autobiográfica (el caso es que han elegido a un actor, Putthipong que se parece mucho al director Pat), pero sea así o no lo sea, el caso es que ha logrado hacer una metáfora de la vida (los valores y miserias de la existencia humana) a través de la relación con los mayores. El trato con los abuelos es como uno de esos reactivos que sirven para desagregar el elemento que se quiere analizar: nos ayuda a visibilizar aspectos que a simple vista no podríamos identificar. Y en ese estrecho espacio de relaciones con los abuelos esta todo: la salud y la enfermedad; el miedo y la esperanza; el presente y el pasado; la cercanía y la distancia; el cuerpo y el espíritu; la generosidad y la  avaricia; la presencia y la ausencia; el servir y el aprovecharse. Está todo y está en todos nosotros, incluidos los abuelos. No es que haya unos buenos y unos malos (así sería fácil diferenciar) es que todos esos sentimientos encontrados están en todos nosotros y hemos de lidiar con ellos. Algunas personas acaban deslizándose hacia un polo y otras hacia el otro. Y esa es la historia que Pat nos cuenta. Una historia universal y muy bien traída.

Eso nos lo muestra el film a través del adolescente que primero quiere aprovecharse de su abuela, que después puede observar como todos se van posicionando en relación a ella, que ve como, también la abuela, va variando en sus posiciones con respecto a quienes le rodean y que, al final, acaba descubriendo esa otra parcela de sí mismo más valiosa y empática. Toda una lección de vida.

Y como a nosotros nos toca ver ese proceso desde nuestra perspectiva de abuelos, la película te fuerza a pensar en nuestro propio entorno. Duele ver cuántas familias se rompen por culpa de las herencias, cuántos hijos llevan en su mochila la supuesta convicción de que sus padres (nosotros) los quisimos menos que a otros hermanos, cuántas cuentas pendientes entre hermanos llegados a su etapa final.

En fin, una película que parecía una carallada por el título, pero que resume (bueno…son dos horas largas) muy bien, a través de las relaciones con los abuelos, algunas ambivalencias profundas que la vida nos plantea.

sábado, febrero 01, 2025

The Brutalist

 

Y al final llegó la oportunidad de encontrar el momento oportuno para encontrar esas 4 horas que exige la película. Nos habían insistido mucho en que la viéramos en pantalla grande, pero no pudo ser y nos tuvimos que contentar con los minicines, aunque, afortunadamente, la sala en que la proyectaban no era de las pequeñas y la vimos bien. Quizás sin esa plusvalía que significa el sonido envolvente.

Y ahora, ya vista, lo primero que tengo que reconocer es que yo iba confundido. Tanto el título original The Brutalist, como las traducciones populares, El brutalista (en lugar del el brutalismo), me había hecho a la idea de que sería una película sazonada de violencia (una especie de nuevo Diango desencadenado). Es lo que tienen las palabras false friends, que te confunden. Y pues resulta que no, que brutalist no tiene nada que ver con brutalidad, que se trata de un estilo arquitectónico que se caracteriza por una combinación enormes construcciones, minimalistas en las formas y en los materiales empleados (brut viene del francés y se refiere al hormigón) que se muestran tal como son. Se trata de resaltar la estética de lo simple. En fin, así se entiende mejor la película.

The Brutalist es una película estadounidense dirigida por Brady Corbet, un joven director de 37 años. Él es, también, autor del guión junto a Mona Fastvold que también juega a esa doble rol de guionista y directora (Dobles parejas; The Crowded Room).  El protagonista principal es Adrien Brody, un actor con una amplísima y premiada carrera como actor y con intervenciones espectaculares como en “El Pianista”. Su rostro (y su nariz) son muy reconocibles. Sobre él, que encarna al arquitecto László Toth, recae el peso de la mayor parte de la historia. Y le acompañan Felicity Jones, como su esposa, y Guy Pearce como el millonario que desea financiar la obra. Ellos y todo un grupo de actores que lo hacen muy bien.  

 
La música es de Daniel Blumberg y desempeña un papel importante en el film tratando de crear momentos de agobio con sonidos fuertes, otros de relax y tranquilidad con sonidos más suaves y armónicos. Y hay escenas de juerga y baile muy sugerentes. En definitiva, la música consigue crear un entorno analógico que va modulando el recorrido emocional de la historia que la película nos va contando y logra meterte en ella tanto o más que el propio diálogo (al que la música ahoga en ocasiones, al menos en la versión doblada en español). Ha sido nominada a la mejor banda sonora en los Oscar.

La fotografía corre a cargo de Lol Crawley y es otro de los méritos de la película con un juego interesante de planos medios muy expresivos (la visión en plano nadir de la estatua de la libertad es fantástica), imágenes bien logradas de las entretelas de los edificios (siendo una película sobre arquitectura era necesario) y un contraste atractivo entre ambientes cerrados (jugando entre el lujo y la miseria) y paisajes abiertos preciosos. También nominada a la mejor fotografía en los Oscar.

La historia, pese a tener que cambiar el chip de mis expectativas como comentaba al inicio, me ha parecido muy sugerente y, sobre todo, muy global (como buscando desde el inicio construir una obra clásica de esas que integran todos los componentes de la historia humana). Y eso es lo que Corbet nos muestra, una mezcla de muchas situaciones, como un caleidoscopio (una de esas fotografías de 360º que te permiten hacer ahora los móviles.) En el tiempo que dura el film hemos pasado por huidas, desgracias, fortunas, mendicidad y lujo, trato cordial y abuso, honra y deshonra, comidas de gala y sexo, bailes y gritos, naturaleza y arquitectura, amor y odio, admiración y desprecio, personas sanas y otras enfermas, diálogos inteligentes y otros corrosivos, judaísmo y cristianismo. Y puede que no le falta, incluso, su propia dosis de posicionamiento ideológico con algunas afirmaciones controvertidas: “no hay personas menos libres que aquellas que creen que son libres”, o aquella otra tan sionista de “lo que importa es el destino, no el viaje”. La estructura del film subdividida en capítulos, y su duración inusitada la he visto como un intento de hacer sentir al espectador “perdona, te voy a retener un tiempo largo, pero es que quiero que sientas todo lo que una vida humana tiene consigo”. Probablemente es esa mezcla constante de situaciones opuestas, esa especie de montaña rusa, la que te mantiene en tensión porque nunca sabes qué va a pasar a continuación. Y el tiempo se pasa rápido.

Me ha parecido muy original tanto la presentación inicial de la película y la forma de ir presentando el reparto, como esos flaxes documentales intermedios dando noticias sobre László Toth y sus obras (arquitecto que no existió en la realidad, pero cuya figura quería rememorar a Marcel Breuer, que sí existió, era húngaro, emigró a EEUU y fue uno de los grandes arquitectos del brutalist americano, por ej. la Abadía de S. Juan de Minessota, un enorme edificio regido por los benedictinos y que tiene similitudes con lo que se le pidió a Toth en la película). Permitían reforzar la credibilidad de lo que Corbet nos va contando.

En fin, una obra cinematográfica notable dirigida por un director joven que quiere demostrar que es capaz de lograr un gran producto. Tiene la osadía de la juventud y, a la vez, su capacidad para experimentar nuevos formatos y lenguajes originales. Está visto que ha generado filias y fobias como toda obra nueva y con pretensiones. A mí me ha gustado. Bastante.

 

 

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