La siguiente parada de nuestro
viaje ha sido CORFÚ, una isla muy interesante y que, por lo visto, ha jugado un
papel importante en la historia. Y que lo sigue jugando en la actualidad pero
ya como centro de vacaciones para miles de personas. Frente a lo seca que era
la isla de Santorini, ésta es muy verde y con mucha vegetación.
Corfú ciudad es una villa grande
y muy bulliciosa. Eso nos ha parecido a nosotros, una gran ciudad, enormemente
caótica en el tráfico, con callejuelas estrechas y, en la parte antigua,
pensadas totalmente para los turistas que deben ser millares. Uno de nuestros
paseos por la isla (siguiendo los consejos de “la web de coppi”, nuestro
verdadero guía desde que la descubrimos) ha sido llegarnos en autobús de línea
hasta Kanoni un rinconcito paradisíaco en una de las esquinas de la ciudad.
Allí estaba el aeropuerto, una cosa chiquita con una pista que comenzaba en el
mismo más y seguía la orilla de la bahía. Bueno pues en el tiempo de tomarnos
un café han operado al menos 7 aviones (4 llegadas y tres salidas). Una cosa
loca. Pareciera que estuviéramos en Frankfurt. Desde luego, quien le diera a
Santiago de Compostela tener un tráfico aéreo parecido.
Por lo que cuentan y lo que he
podido ver en las postales de los comercios, Corfú es una isla preciosa, con
paisajes de una belleza extraordinaria. Probablemente, el habernos quedado en
la ciudad, nos prive de esas maravillas, pero con el poco tiempo que uno tiene
tampoco da para más. Como decía, nosotros nos decidimos por Kanoni que, la
verdad, no ha sido una gran cosa. Es un mirador interesante, desde el que se
puede ver el extremo de la península en la que está situada la ciudad. Allí
está ubicado un monasterio, el de Panagia. Hay unas escaleras que bajan desde
el mirador hasta el agua donde está el monasterio. Yo las bajé curioso por ver
un monasterio griego, pero aquello no era nada. Una tiendita de souvenirs y una
capillita con una imagen a la que podías encender una vela. De entrar al
monasterio (una construcción pequeña que más parecía una casa andaluza) nada de
nada.
El recorrido por la ciudad fue
interesante, aunque tampoco había nada que admirar especialmente. Mucho
comercio multinacional (Zara, H&M, etc.), mucho calzado y en las
callejuelitas de la zona antigua (lo más bonito de la ciudad) mucho comercio de
cositas para turistas. Y eso sí, miles de gentes caminando por las calles tras
los cartelitos de los correspondientes guías. Ese desastre de las manadas.
Cierto que la isla ofrecía otras alternativas: hay un castillo, el Achilleon, que
era donde Sissi pasaba sus veranos (quizás por eso, ya se convirtió desde
entonces en una isla para veranear los ricos, aunque hay que reconocer que,
efectivamente, veranear o envejecer en Corfú tiene que ser toda una maravilla).
Nosotros nos cansamos pronto de
ese deambular sin rumbo y, antes de entrar a ver tanto el nuevo como el viejo
fuerte (Corfú es una ciudad con un castillo-fuerte amurallado en cada esquina,
sus defensas frente a los muchos atacantes a los que hubo de hacer frente)
preferimos sentarnos a tomar algo. Y fue una magnífica decisión. Nos sentamos
en el listón, una zona porticada y llena de restaurantes que da al gran parque
central de la ciudad, la Spianada, y probamos algunas de las comidas que
teníamos pendientes de saborear antes de dejar Grecia: la ensalada griega (que
no fue nada del otro mundo), la musaca (una combinación de berenjena y carne
picada cubierta por bechamel y pasada por el horno que estaba riquísima) y, de
entrante, una fusión de queso Feta con aceitunas y un chile no muy picante que
estaba excelente. Probamos también una cerveza hecha en Corfú que tenía un
sabor un poco raro al principio pero que luego resultó rica y muy sabrosa.
Y de allí al barco. Nos quejamos
de que hay poco tiempo para visitar los lugares donde hace escala el barco pero
la verdad es que siempre nos sobra una hora o más de las 4 o 5 de que
disponemos. En el barco tienes tu casa,
tu cama y la terracita al mar. Y frente
a esa tranquilidad ni siquiera las probables bellezas del entorno exterior
acaban seduciéndote. Así que una buena siesta (una buena-mala costumbre que
aquí se está reforzando) y a comenzar las rutinas de las tardes de crucero.
Hoy, además, con el interés que durante la tarde navegaremos frente a las
costas de Albania.
Una de ellas es hacer este
pequeño recuento de la jornada del día anterior. Y a partir de ahí, disfrute a
fondo de este mar azul azul en la terraza de babor y popa en la que estamos
instalados. A las 7 de la tarde solemos acercarnos a alguno de los bares con
música del barco (son como una docena pero siempre recalamos en uno o dos que
son los que más nos gustan). A las 7,45 comienza el espectáculo en el teatro.
El de hoy se lo han dedicado a Mikel Jackson y ha estado precioso realmente. El
equipo de baile y animación de este crucero es realmente extraordinario.
Obviamente son los mismos en los distintos espectáculos pero se los curran de
maravilla y, al final, consiguen auténticas obras de arte. Señal de que son muy
buenos. Y graciosos, sobre todo los del equipo de animación. Cada día se les
ocurre alguna chorradica simpática. Hoy 4 de ellos se pusieron a seguir a
algunas personas por detrás (sin que ellas les vieran e imitándoles en sus
andares). Fue gracioso. Claro que no siempre les salió bien. En una ocasión se
pudieron a seguir a un padre que llevaba a su hijo a hombros. Ni cortos ni
perezosos dos de ellos se subieron también a hombros de los otros dos y le
fueron siguiendo así. Pero el padre se percató y decidió vengarse de ellos, así
que comenzó a subir las escaleras de teatro una a una. Para él no era pesado
pues su hijo era pequeñito pero para ellos fue una auténtica putada. Lo mismo
les pasó con un matrimonio de gente mayor que avanzaba cogida del brazo. Ellos
se pusieron detrás, se cogieron del brazo y les siguieron imitándoles los
andares, pero la pareja debió darse cuenta y siguió como si nada hasta que
llegó al centro del teatro, junto al escenario y allí se pararon y se dieron un
beso. El corte de los animadores, todos hombres, fue fantástico y todo el salón
se levantó en aplausos. El espectáculo como digo estuvo bien. Cada día se van
superando. El de hoy con algunos toques ecologistas mientras combinaban
proyecciones sobre la deforestación, las migraciones y las guerras con
canciones de Jackson. Luego han montado una especie de despedida que nos ha
dejado muy tristes a todos. Hoy ha sido un día muy de despedidas. Aún nos queda
Dubrovnik pero ya nos van avisando de cómo será el desembarco, se van
despidiendo…uff! Empieza el duelo.
Y en cuanto acaba el espectáculo,
nosotros nos vamos lanzados a la clase de baile. Hoy tocaba bachata. Ya había
empezado cuando llegamos, pero como nos sonaba no nos costó mucho
incorporarnos. Y mira por donde, en un momento, el monitor que nos dirigía, me
sacó al frente para ponerme como ejemplo de cómo hay que mover la cadera al
final de cada movimiento. Así que tuve mi momento de gloria. Pero es divertido
este rato de cada día. Te desperezas un poco y te preparas para la cena.
Hoy nos toca, además, cena de
gala. Ya se sabe, traje y corbata en los hombres; vestido de gala en las
mujeres. Hay algunas que se lo toman muy al pie de la letra y bajan al comedor
realmente preparadas. Así que todo guapos nos fuimos a cenar. Las cenas están
muy bien. Ofrecen muchos platos distintos y puedes pedirlos todos si quieres.
Algunos lo hacen. Y la calidad no está mal. Yo tomé salmón de primero y tres
enormes langostinos a la plancha de segundo. Y de postre sorbete. Pero hubo en
la mesa quien cenó hasta 4 y 5 platos.
Al final, nos hubiera apetecido
bailar un poco más pero hoy había concurso de artistas, al que se pueden
presentar los pasajeros que crean hacer algo bien. La verdad es que asistimos a
la actuación de una señora mayor que tocaba las castañuelas y lo hacía
fantástico. Luego salió otro que imitaba a cantantes. Pensamos que era mejor
irse a descansar. Y a despedirme de mi mar antes de dormir. Ya me quedan pocos
días para sentirlo así de cerca.
Y mañana Dubrovnik.
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