martes, mayo 07, 2024

LA CASA

 



La casa es una película española de este mismo año (2024), dirigida por Alex Montoya. Está basada en la novela gráfica (un comic) de Paco Roca que tiene el mismo título, “La casa”, y que recibió el premio Eisner 2020. A partir del comic de Roca, el propio Alex Montoya junto a Joana Ortueta construyen el guión. La protagonizan David Verdaguer (el mismo que se tranformó en Eugenio en Saben aquell..), Óscar de la Fuente y Lorena López que hacen de tres hermanos que, tras la muerte de su padre, vuelven a la casa donde solían pasar con él temporadas veraniegas. También están bien Olivia Molina (la novia de Verdaguer), Luis Callejo y Miguel Rellán (los dos mayores que hacen de padre y de amigo del padre). En realidad, es una película muy coral y todos los actores y actrices configuran juntos un conjunto muy armónico.

Todo en el film tiene ese tono entrañable de evocaciones afectiva y añoranzas familiares. La casa en la que se filma es la casa en la que el director del film pasaba los veranos, la niña que aparece en el film es su propia hija, la zona de rodaje está ubicada en la zona de Valencia que fue donde él creció. Es decir, los temas que Roca trataba en su comic (él es especialista en novelas gráficas, esto es convertir en dibujo historias reales sobre temas profundos: el olvido, la edad, la marginación, etc.), Montoya los ha llevado a su propia vida y los ha cocinado con sus recuerdos. El resultado es aceptable. Sin lograr un gran film, ha construido una historia próxima, creíble y llena de esos detalles que conforman el pasado de cualquiera de sus espectadores.

El eje en el que se mueve este manantial de emociones es la casa en la que el padre gustaba pasar los veranos y siempre que podía. En realidad, más que la casa es el propio padre, al que todos rememoran, con el que tenían deudas pendientes; deudas que, ahora que el padre ya no está, los hermanos mantienen unos con otros. Deudas afectivas, obviamente: que no le atendiste lo suficiente, que no venías a verlo, que no le acompañaste cuando nos dejó… Lo habitual en las familias. La casa se convierte así, en una forma de conservar la imagen del padre, de recordarse cada uno en su relación con el padre que ya no está, de revivir viejos momentos de sintonía y afecto, momentos felices compartidos con su padre. Montoya construye una trama simple pero muy efectiva y acabas sintiéndote uno más en la historia (y generando en paralelo tu propia historia con escenas similares con tu propio padre). Vas viviendo los vaivenes emocionales de los actores como si fueran tuyos.

Me llamó la atención la ausencia total de la madre. No se habla de ella, no está. Quizás se me pasó algún detalle que explicara que ella había muerto mucho antes, o que hubiera algún problema con ella. Lo que entendí es que a ella no le gustaba la casa en el pueblo; que el padre subía solo a la casa y que, por tanto, sus recuerdos en la casa se vinculaban solo a su padre, no a su madre. De todas formas, tanta ausencia, incluso en sus evocaciones de la infancia, me pareció rara.

 Técnicamente, la película está bien. Montoya utiliza una técnica propia para diferencias el presente del pasado: reduce la pantalla cuando quiere narrar lo que está pensando o recordando el personaje. Bueno, algo ayuda, pero no sé si compensa. La fotografía es magnífica y capaz de reflejar a la perfección todo ese universo de detalles que conforman una casa de campo: hojas secas, flores, vistas de la sierra, medios planos para describir ambientes, primeros planos para captar las emociones de los personajes, juegos de luces para situarte en el momento del día en que las cosas suceden. También la música está bien para hacerte saber que estás en una casa de campo, en la naturaleza.

En definitiva, una pequeña gran película. A veces no hace falta grandes alardes técnicos, ni coreografías saturadas de efectos especiales para introducirte en una historia que te atrapa. Y, como en este caso, la historia va de asuntos familiares comunes (¿qué hacer con la casa de tus padres ahora que ellos ya no están?), no puedes dejar de sentirte interpelado y partícipe de ese batiburrillo de recuerdos, sentimientos y emociones en relación a aquellos tiempos en que justamente esa casa constituía el ecosistema en el que te sentías feliz y unido a tus padres y hermanos. El dilema entre venderla o conservarla desborda siempre los condicionantes económicos porque entran en juego muchas otras consideraciones muy connotadas de sentimientos.

Buena película. De veras.

sábado, mayo 04, 2024

MARÍA MONTESSORI, EL FILM.

 

Me llamó la atención que la industria del cine se hubiera fijado en la figura de María Montessori. Después de tantos años hablando de ella a mis estudiantes, de explicar su modelo educativo, de participar en congresos internacionales sobre su figura y legado, me encantó verla como protagonista de una película comercial. Así que, pese a que salir de casa en medio de la dana que nos ataca estos días en Santiago no parecía la mejor opción, allá me fui al estreno.

María Montessori es una película francesa del 2023, dirigida por Léa Todorov (su primera película), que junto a Catherine Paillé, es también autora del guión. La protagonizan dos buenas artistas: Jasmine Trinka como Montessori y Leila Bekhti como Lili. Se trata de una película muy cuidadosa tanto en la reproducción de un ambiente de época (finales del S. XIX e inicios del XX) y de clase (una buena mezcla de lujos de clases altas con apuros de entornos pobres), como en la creación de ambientes terapéuticos con los niños. Ropas, muebles, formas de relación, carácter y lenguaje de los personajes, etc. están muy logrados. No he conseguido saber si hubo casting para seleccionar a los niños, si son actores (no parece posible) o no. Y si no son actores, Ya me gustaría saber cómo hizo para conseguir los permisos necesarios, hoy que resulta imposible hacer una simple fotografía que documente una actividad. Ése es primer milagro de este hermoso film.

Yendo a ver a la Montessori, el inicio del film te descoloca un poco. Tú ves a una hermosa chica de mundo que va ligándose a gente rica a troche y moche. ¿Y qué tiene que ver ésta con la Montessori, me asusté, o es que ella tuvo un inicio un poco loco? Yo no lo recordaba, ni me cuadraba con lo que sabía de ella. Luego, la cosa ya fue aclarándose cuando apareció su hija. Demasiado prólogo, quizás, para la película sobre la Montessori, pero es una buena excusa para situar la historia en una hermosa escenografía de lujos.

Pero pronto entramos en el tema y vemos a la Montessori y su pareja Giuseppe Montesano metidos en faena y trabajando con niños y niñas discapacitados. Otra cosa que llama la atención es el lenguaje antiguo con que se denomina a los peques (deficientes, idiotas, incapacitados), que hoy nos rechina. Pero más que las palabras, son las ideas, la forma en que se ve a los niños, el desprecio y desesperanza con que se analiza su situación: son equivocaciones de la naturaleza que debemos ocultar. Me admiró la forma de participar de los niños. Si son actores, parece casi imposible la perfección de sus gestos, miradas, movimientos. Si no lo son, igualmente resulta fantástica la actuación, su adaptación a cada escena. Dirigir una película de este tipo debe ser una tarea compleja y meritoria.

Claro que lo interesante de la película es la historia que nos cuenta. He leído en algunas referencias que la película es un homenaje a un método educativo, el “método Montessori” que se ha hecho famoso y se ha extendido por todo el mundo. Puede que ésa haya sido la intención de la directora, aunque no lo creo. El método está en el film, desde luego (aunque solo esbozado y en su muy primera etapa), pero el centro de la película es la propia María Montessori. Al salir del cine, al comentar esta cuestión, un colega que también estaba en la sala me decía que, efectivamente, el título de la película era “María Montessori”, no “método Montessori”. Pero esta idea aún queda más clara en el título francés original del film: La Nouvelle Femme. 

 También he leído que la película desarrolla dos tramas en paralelo: la  vida de la propia María y su trabajo como educadora-terapeuta de niños con problemas. Es una forma de verlo, pero yo creo que ambas cosas están unidas. Al menos en educación, lo que uno hace suele estar muy unido a lo que uno es. Hay un dicho que yo he utilizado mucho: “a nada que rasques en una teoría, aparece una biografía”. Conocer la vida de las personas, nos ayuda a entender lo que dicen y hacen.

A medida que avanzaba la película esa idea de “entender a la Montessori” me llevó a cuestionar mi propio modo de acceso a la pedagoga italiana. Su método ha sido uno de los temas que siempre he trabajado en clase con mis estudiantes, futuras maestras de Educación Infantil. Pero es que, además, he organizado congresos sobre el método Montessori, he publicado artículos sobre ella. Sin embargo, siempre lo he hecho centrándome en el método más que en la persona. Ya veo que me ha faltado siempre esa visión ampliada del legado montessoriano.

Una película es una película, cierto, y está connotada por los propósitos comunicativos de quien la dirige y patrocina. Pero, en lo sustantivo, los datos que van apareciendo son ciertos: no fue la primera médica italiana sino la tercera, pero eso poco cambia su valor como pionera; cierto que, aún soltera, tuvo un hijo con Montesano y que, para no arruinar su carrera, lo confió a una matrona; cierto que Montesano se casó con otra y eso le produjo una gran desazón (desde entonces solo quiso verter de negro para dejar constancia de su duelo); ciertas fueron sus posiciones feministas y sus esfuerzos por abrir caminos en entornos poco propicios. Todo eso fue cierto y marcó, sin duda, al menos los comienzos de su trabajo. La película solo aborda la María mujer-madre y las dificultades que esa identidad femenina le exigió superar. Esa María Montessori luchadora de su primera época ayuda mucho a entender su vocación, su coraje, su constancia. Pero junto a esa identidad, que la Todorov ha querido rescatar, había otras identidades igualmente fuertes: su identidad como científica que la mantenía vinculada al empirismo y el registro de evidencias; su identidad como educadora que fue modulando sus rutinas médicas e incorporando una visión más humanística y de valores (“para poder educarlos, primero tuvimos que aprender a amarlos”, dice ella misma como resumiendo su trabajo); su identidad como líder social que fue lo que la hizo moverse de país en país para aprovechar cuantas oportunidades se le fueron abriendo para expandir sus ideas.

En fin, una película que merece la pena ver. Como producto cinematográfico es bueno; como historia muy entretenida; como canto a la educación y a la fe en el ser humano, muy aleccionadora. Y sales del cine amando un poco más a la Montessori.

jueves, mayo 02, 2024

ODA AL ALGARROBO DE PURMAMARCA


 

 ODA AL ALGARROBO DE PURMAMARCA

Si hay algo que me impresione de la naturaleza, ese algo se refiere a los árboles. Claro que te quedas sin palabras ante muchas manifestaciones de la naturaleza: ríos enormes, montañas acogedoras o asustadoras o convertidas en filigranas, paisajes polícromos que abren el espíritu, etc., etc. Pero los árboles tienen algo especial, algo casi humano que te atrae, que te invita a abrazarlos o a cobijarte bajo sus ramas. Es esa condición maternal lo que atrapa de muchos árboles, sobre todo de aquellos más amplios, más grandes y complejos.

El paseo por la Quebrada de Jujuy ofrece un constante espectáculo de algarrobos enormes, muy enramados, fuertes, ricos en sombra. Me hubiera gustado ir fotografiándolos uno a uno, pero cuando llegamos, ya de regreso, a Purmamarca y lo vi, me enamoré de aquel árbol viejo, grande, fuerte hasta la desmesura. Tiene una copa enorme de 30 ms. de diámetro y una altura de 13 metros. Emociona el verlo.

Pero, además, este algarrobo histórico tiene algo de particular: la huella de los años en su piel. Esa corteza resquebrajada como arrugas permanentes que nos hablan de su experiencia, de su capacidad para arrostrar fríos y calores, de su experiencia centenaria. Es como uno de esos ancianos arrugados y sabios que el cine nos presenta como líderes de las tribus indígenas: seres curtidos, pacientes, buenos escuchadores. Los expertos dicen que tiene más de 600 años.  A saber cuántos secretos de la historia argentina se alojan en sus recuerdos.

Esa combinación entre la debilidad que te da los años junto a la fortaleza de su base y su ramaje es una perfecta metáfora de la vida de muchos jubilados y abuelos. Bien pudiera ser que un fuerte viento acabe tronzando alguna de sus ramas o que en su interior se alojara alguna enfermedad que acabara convirtiéndolo en leña seca, pero tal como se le ve es un ser grande, hermoso, sereno, eterno.



 
Y si uno se aproxima un poco más, puede reconocer las dobladuras, los huecos, las ramas que salen de otras ramas, los nudos que han acabado generando enormes engrosamientos de su cuerpo leñoso. Da la impresión de que, a través de cada uno de esos componentes de su estructura, el árbol te va contando historias de su compleja vida, de sus sufrimientos, de la complejidad que para un árbol tiene sobrevivir.

Todo un mensaje vital. A mí me evoca la figura de un abuelo sentado en el parque, fuerte y débil a la vez, lleno de las muescas que deja la vida, pero con muchas historias que contar a quien quiera acogerse a su sombra. Una maravilla.