sábado, mayo 04, 2024

MARÍA MONTESSORI, EL FILM.

 

Me llamó la atención que la industria del cine se hubiera fijado en la figura de María Montessori. Después de tantos años hablando de ella a mis estudiantes, de explicar su modelo educativo, de participar en congresos internacionales sobre su figura y legado, me encantó verla como protagonista de una película comercial. Así que, pese a que salir de casa en medio de la dana que nos ataca estos días en Santiago no parecía la mejor opción, allá me fui al estreno.

María Montessori es una película francesa del 2023, dirigida por Léa Todorov (su primera película), que junto a Catherine Paillé, es también autora del guión. La protagonizan dos buenas artistas: Jasmine Trinka como Montessori y Leila Bekhti como Lili. Se trata de una película muy cuidadosa tanto en la reproducción de un ambiente de época (finales del S. XIX e inicios del XX) y de clase (una buena mezcla de lujos de clases altas con apuros de entornos pobres), como en la creación de ambientes terapéuticos con los niños. Ropas, muebles, formas de relación, carácter y lenguaje de los personajes, etc. están muy logrados. No he conseguido saber si hubo casting para seleccionar a los niños, si son actores (no parece posible) o no. Y si no son actores, Ya me gustaría saber cómo hizo para conseguir los permisos necesarios, hoy que resulta imposible hacer una simple fotografía que documente una actividad. Ése es primer milagro de este hermoso film.

Yendo a ver a la Montessori, el inicio del film te descoloca un poco. Tú ves a una hermosa chica de mundo que va ligándose a gente rica a troche y moche. ¿Y qué tiene que ver ésta con la Montessori, me asusté, o es que ella tuvo un inicio un poco loco? Yo no lo recordaba, ni me cuadraba con lo que sabía de ella. Luego, la cosa ya fue aclarándose cuando apareció su hija. Demasiado prólogo, quizás, para la película sobre la Montessori, pero es una buena excusa para situar la historia en una hermosa escenografía de lujos.

Pero pronto entramos en el tema y vemos a la Montessori y su pareja Giuseppe Montesano metidos en faena y trabajando con niños y niñas discapacitados. Otra cosa que llama la atención es el lenguaje antiguo con que se denomina a los peques (deficientes, idiotas, incapacitados), que hoy nos rechina. Pero más que las palabras, son las ideas, la forma en que se ve a los niños, el desprecio y desesperanza con que se analiza su situación: son equivocaciones de la naturaleza que debemos ocultar. Me admiró la forma de participar de los niños. Si son actores, parece casi imposible la perfección de sus gestos, miradas, movimientos. Si no lo son, igualmente resulta fantástica la actuación, su adaptación a cada escena. Dirigir una película de este tipo debe ser una tarea compleja y meritoria.

Claro que lo interesante de la película es la historia que nos cuenta. He leído en algunas referencias que la película es un homenaje a un método educativo, el “método Montessori” que se ha hecho famoso y se ha extendido por todo el mundo. Puede que ésa haya sido la intención de la directora, aunque no lo creo. El método está en el film, desde luego (aunque solo esbozado y en su muy primera etapa), pero el centro de la película es la propia María Montessori. Al salir del cine, al comentar esta cuestión, un colega que también estaba en la sala me decía que, efectivamente, el título de la película era “María Montessori”, no “método Montessori”. Pero esta idea aún queda más clara en el título francés original del film: La Nouvelle Femme. 

 También he leído que la película desarrolla dos tramas en paralelo: la  vida de la propia María y su trabajo como educadora-terapeuta de niños con problemas. Es una forma de verlo, pero yo creo que ambas cosas están unidas. Al menos en educación, lo que uno hace suele estar muy unido a lo que uno es. Hay un dicho que yo he utilizado mucho: “a nada que rasques en una teoría, aparece una biografía”. Conocer la vida de las personas, nos ayuda a entender lo que dicen y hacen.

A medida que avanzaba la película esa idea de “entender a la Montessori” me llevó a cuestionar mi propio modo de acceso a la pedagoga italiana. Su método ha sido uno de los temas que siempre he trabajado en clase con mis estudiantes, futuras maestras de Educación Infantil. Pero es que, además, he organizado congresos sobre el método Montessori, he publicado artículos sobre ella. Sin embargo, siempre lo he hecho centrándome en el método más que en la persona. Ya veo que me ha faltado siempre esa visión ampliada del legado montessoriano.

Una película es una película, cierto, y está connotada por los propósitos comunicativos de quien la dirige y patrocina. Pero, en lo sustantivo, los datos que van apareciendo son ciertos: no fue la primera médica italiana sino la tercera, pero eso poco cambia su valor como pionera; cierto que, aún soltera, tuvo un hijo con Montesano y que, para no arruinar su carrera, lo confió a una matrona; cierto que Montesano se casó con otra y eso le produjo una gran desazón (desde entonces solo quiso verter de negro para dejar constancia de su duelo); ciertas fueron sus posiciones feministas y sus esfuerzos por abrir caminos en entornos poco propicios. Todo eso fue cierto y marcó, sin duda, al menos los comienzos de su trabajo. La película solo aborda la María mujer-madre y las dificultades que esa identidad femenina le exigió superar. Esa María Montessori luchadora de su primera época ayuda mucho a entender su vocación, su coraje, su constancia. Pero junto a esa identidad, que la Todorov ha querido rescatar, había otras identidades igualmente fuertes: su identidad como científica que la mantenía vinculada al empirismo y el registro de evidencias; su identidad como educadora que fue modulando sus rutinas médicas e incorporando una visión más humanística y de valores (“para poder educarlos, primero tuvimos que aprender a amarlos”, dice ella misma como resumiendo su trabajo); su identidad como líder social que fue lo que la hizo moverse de país en país para aprovechar cuantas oportunidades se le fueron abriendo para expandir sus ideas.

En fin, una película que merece la pena ver. Como producto cinematográfico es bueno; como historia muy entretenida; como canto a la educación y a la fe en el ser humano, muy aleccionadora. Y sales del cine amando un poco más a la Montessori.

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