miércoles, noviembre 27, 2019

DISFRUTANDO LA RUTINA FITERANA



Bueno, una vez instalados en el nuevo espacio, la cuestión es ir estableciendo algunas rutinas que te vayan asentando bien en el lugar. Ya decía en otra entrada que los balnearios tienen eso, estás allí para cumplir las tareas que te encomiendan. Y, por tanto, tienes un horario que cumplir (bueno, cumplirlo en la medida en que estés dispuesto a ello, también puedes objetar y hacer tu vida). No ha sido difícil, hay que reconocerlo.  Te cuesta un poco organizarte y salir del desayuno para comenzar los baños, pero una vez que superas ese minuto de duda y desidia, todo se supera. Te preparas (bañador, gorro, gafas, chanclas y albornoz) y al frente. En nuestro caso, lo primero es la piscina. Así que allí vamos a ponernos en la fila e ir disfrutando de los diversos chorros por los que van avanzando. Muy agradable, la verdad, porque puedes ir aflojando todas las partes del cuerpo, desde las plantas de los pies hasta la cabeza. La pega es que no puedes seguir tu ritmo pues dependes un poco del ritmo de los que van delante de ti, pero así y todo, una vez que ya entras en la cadena de los chorros, te da lo mismo pues tú ya tienes tu chorro que no abandonarás hasta que el anterior a ti deje libre el que está ocupando. A veces la encargada llama la atención a los que se demoran en exceso, pero por lo general son realmente amables. Después viene el resto de actividades que te haya mandado el médico. En mi caso el chorro lumbar (es lo que menos me ha gustado) y el doble chorro frío-caliente. Pero el descubrimiento ha sido la piscina exterior. Es agua caliente, pero claro, en el contexto cuasiinvernal en el que nos encontramos. La sensación es extraordinaria, tienes el cuerpo en agua caliente y la cabeza fuera en el frío. Se nada muy bien porque flotas con facilidad y la sensación es estupenda.
Y cuando acabas tu recorrido por los baños que te tocan, pues organizas el día como mejor te venga. Ahí es donde son importantes las rutinas siempre marcadas por las líneas rojas de las comidas (a las 13:30 el almuerzo; a las 20 la cena). Un rato de trabajo, un paseo, las series de la TV, lectura, charla, en fin lo que cada uno escoja. Todo se hace un poco extraño en comparación a lo que suele ser tu vida ordinaria pero te adaptas fácil. A nadie le disgusta un dulce. Y el balneario lo es realmente. Y luego, pues introduces alguna actividad especial y así rompes el esquema un poco.
Eso hemos hecho hoy. Hemos intentado romper un poco la rutina de estos días y tras la piscina hemos hecho pellas en los otros baños y nos hemos ido a Pamplona a visitar a la familia. Nosotros habíamos pedido Fitero precisamente por eso, para poder visitar a la familia. Pero aquí como se van sucediendo las tareas de los baños, los días se achican mucho, sobre todo ahora que a las 6 de la tarde está ya oscuro. El sábado iremos a Tafalla. Hoy nos acercamos hasta Pamplona. Navarra es una provincia larga.  Ciento y pico kilómetros de Fitero a Pamplona, pero se han hecho fáciles. Y la alegría de verme con mis hermanos y sobrinos lo ha compensado con creces.

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