Se ha hecho larga, de carajo, la cuesta de Enero. Tanto que algunos hemos tardado en subirla hasta mediados de Febrero. Pero bueno, se logró y aquí estamos de nuevo, de vuelta al redil.
El blog me mira con suspicacia. No sé si lo hace como un padre que mira a su hijo que llega las cuatro de la mañana o como la señora que mira a su gato que regresa a casa después de varios días perdido pero suponiendo que en ese tiempo ha hecho de las suyas. No es mi caso, la verdad. Anduve enclaustrado primero por los exámenes y otros avatares que se comieron medio Enero y, después, porque me había comprometido a concluir un libro para primeros de Febrero y no fui capaz. Así que la cosa se alargó.
Todo bien, de momento, blog. Gracias!.
Y qué frío, oye! Estamos en un invierno de los de veras. En Galicia, aún vaya por Dios, lo vamos llevando mal que bien. Con frío y mucha lluvia, pero es lo típico nuestro. Pero cuando ves en la televisión esas tempestades de nieve en Navarra y el Pirineo... qué cosa! Me recuerda mucho mi infancia en Saigós, un pueblico del norte de Navarra, tocando a Zubiri a donde íbamos todos los días a la escuela. Bueno, cuando nevaba así, no, claro. Pero las nevadas de entonces eran como las de estos días pasados. Recuerdo que teníamos que hacer con palas un pasillo en la nieve, que medía metro y pico de altura, para salir de casa. Era emocionante. Y mi padre, que era caminero de la Diputación de Navarra, nos vino diciendo un día que allá por la zona de Erro cuando estaban quitando la nieve de la carretera se le había caído encima uno de esos muros que hacían en la nieve y a poco estuvo de palmarla. Menos mal que lo rescataron enseguida.
La nieve duraba varias semanas entonces. Era buen tiempo para cazar gorriones. Les poníamos un poco de estiercol en la nieve y allí disimulado un cepo. Supongo que ellos distinguían esa mancha oscura en el blanco de la nieve y se iban a comer. Pero los que los comíamos después en casa éramos nosotros. Pobres bichos.
Bueno, ya se ve que hoy no estoy para altas elucubraciones. Tengo el cerebro un poco seco después del esfuerzo de estos días con el libro. Hay que dejarlo que se refresque un poco. Pero lo importante es superar ese primer momento de azoramiento (embarrassed) de cuando llegas a casa después de un tiempo. Una buena estrategia es hablar de cualquier cosa hasta que uno se va adaptando y la mirada de los otros se va templando.
Hasta veo que el blog, sonríe un poco.
Pues nada, situación salvada. Ahora ya solo se trata de volver a la normalidad.
Angel
(La imagen es de comunero-comunerolandiaalosotrospoemas.blogspot.com )
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