Llevamos un periodo de cine
vinculado a la mafia. Hace unos días vimos El Irlandés, esa historia larga e
intensa sobre la vida de Jimmy Hoffa
que permite a Scorsese hacer una radiografía en el tiempo de la mafia americana.
Hoy nos ha tocado El Traidor, esa obra casi maestra de Bellocchio sobre la vida
de Tommaso Buscetta, primero hombre clave
de la Cosa Nostra siciliana y posteriormente
su mayor enemigo, al colaborar con la justicia y provocar cientos de
encarcelamientos de mafiosos. Ambas tienen constantes bastante similares,
aunque el film de Bellocchio se recrea más en la historia judicial de la
derrota de la mafia que en la dinámica de asechanzas y muertes a través de las
que Scorsese busca definir su argumento. La película pintaba bien. Por otra
parte, el hecho de que hubiéramos estado hace solo unos días en Sicilia, añadía
morbo al asunto. Podríamos refrescar nuestros recuerdos de Palermo y del resto
de referencias sicilianas.
La
película de Bellocchio responde muy bien a la estética habitual de las grandes
películas actuales: buenos actores, buen guión, primeros planos de mucha
fuerza, constantes flashback y una cierta lentitud en el desarrollo del
argumento, como recreándose en la historia y en sus matices. No está mal. Peca,
en esta ocasión, de exageran las indicaciones textuales en pantalla, llevándote
de una fecha a otra sin dar sosiego a que uno vaya configurando el puzzle de la historia en su
cabeza. Pero, al final, creo que el objetivo se logra bien y ésta será, sin
duda, una de las películas de este año. Lo mismo que el Irlandés.
La
historia es muy interesante. Que un arrepentido logre provocar tal catástrofe
en una asociación criminal, es llamativo. Por eso la historia se centra en el
personaje, aunque opta por construir la narración más en los acontecimientos
que su nueva vida provoca que en la transformación interior que le lleva de ser
un capo de capos a convertirse en delator de las atrocidades de las que antes
era protagonista. Para mi gusto, le falta esa dimensión más interior del
personaje, aquellos puntos que le provocan su cambio de trinchera. No parece
que sea el temor sin más (se pasa la película asegurando que no tiene miedo y
que sabe que tiene que morir), tiene que haber otras claves (su familia, sus
hijos, la pérdida del poder, la venganza, su apego a los valores originales de
la Cosa Nostra). En cualquier caso,
Pierfrancesco Favino, el protagonista encaja bien en el papel: no aparece como
el judas enjuto e introvertido que rezuma odio y quiere vengarse del mundo para
rescatarse de su insignificancia; tampoco es el chulo narcisista que necesita
ser siempre el primero y que se venga de todos aquellos que pueden hacerle
sombra. Es un tipo duro, desde luego, pero fiel, que ha prosperado en la
sociedad criminal porque ha sabido acercarse a buenos patronos y granjearse
amistades entre los que le rodeaban. De todas maneras, se ve que lleva mal el
clima de sospecha permanente entre clanes y la necesidad de estar
permanentemente vigilante. Y eso le lleva a Brasil buscando distancia, aunque
sabe bien que con la mafia de poco vale la distancia porque el riesgo se
socializa y se extiende a todo el árbol genealógico. Y así estallan los
infiernos, comienzan las luchas entre bandas, le detiene la policía brasileña y
le deportan a Italia.
Y
se produce la transformación, el cambio de trinchera. Y en ese marco, aparece
el juez Falcone con quien Buscetta congeniará pronto. Falcone irá paso a paso
desliando la madeja de la biografía criminal de Buscetta y arrojando luz a
través de ella sobre la biografía criminal de cientos de mafiosos. Y de ahí
saltamos al juicio con escenas trágico-cómicas que solo se pueden entender si
tomamos en consideración que aquello es Italia. Y tras los juicios, con diálogos
realmente interesantes y situaciones increíbles, pero probablemente ciertas,
llegan las condenas. Muy duras y ejemplarizantes. La muerte en atentado de
Falcone sirvió de estímulo al Estado para enfrentarse realmente a los mafiosos.
Y el postjuicio con la eterna presencia de la mafia donde quiera que los
testigos protegidos vayan. Es decir, se deja la historia abierta dando a
entender que los personajes de este episodio acabaron, pero el estilo de
funcionamiento y la dinámica de la cosa
nostra…¿continua?
No hay comentarios:
Publicar un comentario