Los cabrones del
cine no pusieron el título completo, así que caí como un pardillo. Yo creí que
iba a ver una biografía de ese hombre de culto que fue Abraham Lincoln y
resultó que me metí en una parodia de los chupasangre. Pero el título real de
la película ya lo advertía: Abraham Lincoln,
cazador de vampiros (Abraham Lincoln: Vampire Hunter). Bueno, me consuela que la he
visto un mes antes de que se estrene en España y eso tiene su punto chic. Como
aquí en Chile, las películas se proyectan subtituladas, eso que ganan de
tiempo.
La película está
dirigida por Timur Bekmambetov (basada en una novela Grahame-Smith, de título
parecido) y con Benjamin Walker, Rufus Sewell y Dominic Cooper en el reparto.

Con todo, la película no es
aburrida. Hay mucha acción, mucha muerte, mucho efecto especial. Ya se sabe que
los vampiros dan mucho juego (aparecen y desaparecen a voluntad, resucitan si
los matas solo un poco, no padecen de tiempos y espacios que les limiten y
tienen una agresividad salvaje) y acabar con ellos es una tarea prácticamente
imposible. Pero que le maten a uno la madre primero y un hijo, después, resulta
demasiado y eso es lo que lleva a Abraham a jurarles odio eterno y a
convertirse en el mejor cazador de vampiros de la época.

Bueno, no es una película para
amantes de la historia. No sé si lo es para amantes del cine, pues en eso de
los amores la cosa está muy dividida y esto de los vampiros parece que tiene
mucha clientela. Se lo pasarán bien los que gusten de matanza, de cabezas
seccionadas (es que los vampiros son duros de matar y además hay que rematarlos
porque vuelven), de sangre y de mucha acción. Para el resto, una película
absolutamente prescindible. Es más, yo creía que ya no se hacían cosas de éstas.
Me sorprendió.
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