Ha sido tan masiva la propaganda que se ha hecho en los medios de comunicación sobre el film (apoyada por el morbo de la atribución de homosexualidad a Cervantes) que fuimos a verla el propio día del estreno en Santiago. El cine casi lleno, lo que significa que a mucha gente le había picado la misma curiosidad. A ver…que nos da Amenabar esta vez!
El cautivo es una producción hispano-italiana dirigida, como decía, por Amenabar y protagonizada por Julio Peña, un jovencísimo actor de 25 años pero ya con experiencia en el cine, en el papel de Cervantes y Alex Borghi, con un amplio historial de películas en Italia, en el papel de bajá de Argel. Y junto a ellos un amplio elenco de actores bien conocidos en España por su participación en series (Miguel Rellán, Fernando Tejero, José Manuel Puga, etc.). Tanto el guión como la música son del propio Amenabar y la fotografía de Alex Catalán que está excelente pues la fotografía y el atrezzo de época son quizás lo mejor del film.
Amenabar toma el periodo de prisión que padeció Cervantes en Berlín, del que poco se sabe, para contruir con notable libertad lo que pudo ser. La idea parece excelente porque ofrece infinitas posibilidades cinematográficas: batallas marina, toma de prisiones, venta de rehenes, vida carcelaria, paisajes urbanos e interiores, cuitas y relaciones complejas entre los encerrados, choque cultural entre el islam y el cristianismo. Pero, sobre todo, es un punto de partida sin par para reflejar lo que significa esa experiencia humana terrible de sentirse preso, maltratado, al socaire de los acontecimientos de quienes te retienen. En manos de Amenabar parecía garantizado que saldría de ahí una excelente película.
Y lo es, creo yo, aunque a mí me cansó (quizás sea, nuevamente, esa manía de alargar las películas más allá de las 2 horas: 113 minutos tiene esta). Y eso que, efectivamente, la pesadez se relajaba cuando Cervantes contaba sus historias fantásticas a los otros presos para hacerles menos penosa su estancia. Ese mismo efecto me hacía como espectador. Y no es que la historia contada y la forma de contarla carezca de méritos. En absoluto: muy bien diseñada la escenografía, la vestimenta y el lenguaje de la época; una excelente fotografía alternando primeros planos (necesarios para destacar la dimensión erótica que Amenabar quiere añadir a la historia), planos medios que reflejan bien el modo de vida en la prisión y el movimiento en las calles de Argel. Bien trabajado el doble componente narrativo y literario del film. Es decir, la película, técnicamente, es muy buena y está bien rodada. Amenabar, al fin.
Y con respecto a la historia que se cuenta caben distintas valoraciones. En principio es una historia de hombres, sin mujeres, como si todo nos fuera a llevar, por necesidad, al deslizamiento hacia la homosexualidad. Y siendo hombres los personajes, se acaban produciendo las situaciones habituales entre hombres sometidos a una presión externa muy agresiva y lacerante: amistades intensas, envidias, agresiones, venganzas, traiciones. Más aún, si en el grupo se incluyen personajes religiosos del Santo Oficio que convierten las ideas y la conducta en objeto de controversia y persecución.
Y en ese contexto, la capacidad imaginativa y de creación de historias de Cervantes es quizás lo más efectivo del film. Las historias que crea le salvan a él mismo de la destrucción y ayuda a los demás, incluido el bajá, a superar las carencias del mundo real en que viven. Lo que siempre ha hecho la imaginación.
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