domingo, mayo 11, 2025

UNA QUINTA PORTUGUESA

 


 No deja de ser chocante que, estando ambos jubilados, tengamos que dejar el cine para el fin de semana, que es cuando cuesta más. Y lo gracioso es que no somos los únicos. Ayer, la sala estaba llena (claro que era una sala pequeñita, casi una sala de estar) y la media de edad no bajaba de los 60 años. En fin, la cosa es que nos animamos por Una Quinta Portuguesa. Portugal siempre lo tenemos aquí al lado (de hecho, yo acababa de regresar de dar dos conferencias allí, una en Porto y la otra en Viana do Castela, ésta, además, sobre cine).

Una Quinta portuguesa es coproducción hispano portuguesa, de este mismo año 2025, dirigida por Avelina Prat, una directora valenciana a la que ya conocíamos por su anterior film VASIL, que tiene muchos elementos comunes con esta nueva historia. Ella es, también, autora del guión.

La película está protagonizada por Manolo Solo  (que lleva el papel principal a lo largo de toda la película) y María de Medeiros. Les acompañan otros autores con roles más limitados, con la curiosidad de que se incorpora con un papel pequeñito Ivan Barnev, el mismo actor que hizo de Vasil en su película anterior.

La fotografía es de Santiago Racaj y está bien, con escenas de mucha belleza formal. Aunque está rodada en Barcelona, la ubicación de la quinta con su entorno rural es perfecta. También la música de Vincent Barrière está muy ajustada al guión y te va acompañando como un acompañamiento de fondo relajante.

 La historia tiene mucho que ver con el tema de las identidades que Avelina ha tomado como forma de mirar el mundo actual desde la cámara. Nadie es lo que parece y todos podríamos ser otra cosa diferente a lo que somos (y tenemos). Todo es cuestión de las circunstancias que nos haya tocado vivir. En Vasil, era un búlgaro que llegaba a España y tenía que reconstruir su vida en circunstancias y tareas bien distintas a las que fueron suyas en sus momentos anteriores. En Una quinta Portuguesa es un profesor de Geografía al que le cambia la vida cuando queda solo y el azar le proporciona la opción de seguir siendo con otra identidad. Camino en el que se va a encontrar con otras personas que están en circunstancias bastante similares a la suya: en otro lugar y con una identidad bien diferente a la que fueron.

Todo ello construido sin excesivos dramatismos, como si pese a las rupturas circunstanciales, la vida pudiera continuar pero con otras coordenadas. O sea, que somos gentes de diversos lugares que nos vamos cruzando en la vida,  cada uno con sus circunstancias e identidades parciales (mezcla de lo que eran y de lo que ahora son).

En una entrevista que le acaban de hacer a Avelina en LA RAZÓN (09/05/2025) ella declara: “Una de las raíces de donde sale esta película es que todo el mundo en algún momento hemos fantaseado con tener otra vida: y lo hacemos a través del cine y la literatura; pero nuestra vida es muy reducida: sólo tenemos una y, como mucho, podemos hacer un cambio discreto de vez en cuando. De esa fantasía nace la voluntad de "qué pasaría si esa oportunidad apareciera delante de nosotros, cómo la aprovecharíamos". Y esa es la peripecia que el profesor Fernando vive a raíz de la desaparición de su mujer que trunca su vida. Posteriormente el encuentro casual con otro sujeto hace que adquiera otra identidad y desde ella vaya construyendo otra etapa de su vida.

 Una película sencilla, sin excesos, sin trampas, pero con ese juego de un antes y un después, de un ser y un no ser, que te mantiene atento a ver cómo evolucionan las cosas y en qué acaba toda esa tensión existencial que circula por las venas de la historia de los personajes.

Sencilla pero llena de contenido esta película de Avelina Prat. Tiene cosas muy interesantes: lo que somos no es nuestro nombre, lo que somos son nuestras propiedades, nuestra historia, nuestra forma de vida, el lugar donde vivimos, las personas con las que interactuamos. Y en realidad con nuestro propio nombre o con otro, siempre podemos ser buenas personas, y es esa parte de nosotros la que al final marca nuestra existencia; vivir es sobrevivir y eso puede hacerse no a costa de los demás, sino  contando con su colaboración (en realidad todos necesitamos de los demás para sobrevivir: se veía claro en Vasil y vuelve a repetirse con el Fernando de esta película). Sobrevivir no es fácil (para algunas personal es toda una peripecia) es vivir con otros y eso puede hacerse en cualquier lugar.

Y hay detalles interesantes (ella, Avelina, confiesa que le gusta incorporar a sus films diversas capas) que uno no identifica en una primera visión de la película (desde luego yo no lo hice): que Fernando sea profesor justamente de Geografía que es la disciplina que se refiere a los diversos lugares y circunstancias y modos de vida; que cuando Fernando rompe a pisotones el mapa, lo rompe por España y por los Balcanes; que la propietaria de la quinta es (se sienta) africana, con todo lo  que eso significa en la emigración actual; que no haya sexo en la película (aunque algunas situaciones son propicias a que lo hubiera), porque el amor por el otro es no solo deseo sino aprecio de todo lo suyo, lo que es, lo que tiene, lo que le rodea… Son detalles muy  a tono con la sensibilidad de la directora.

En fin, que sales del cine contento, como después de haber conocido a gente que, de encontrarte con ellos en un bar, te encantaría conocer y charlar con ellos (y quién sabe, si  adoptar su nombre y cambiar de vida si algo les pasara).

 


 

No hay comentarios: