domingo, julio 28, 2024

VICENTE HARÍA HOY 80 AÑOS

 



Ya ves, cuñado, aún no hace una semana que te fuiste y ya estamos aquí de nuevo recordándote. Hoy sería tu cumple: 80 años. Por unos poquitos días nos quedamos sin poder celebrarlos contigo. Hubiéramos ido, como siempre, primero a tu misa y, después, a Lourido o a Campañó. Hubiéramos comido muy bien, incluido tú que, pese a todo, nunca perdiste el apetito; te haríamos pasar por el trámite de apagar las velas y de probar la tarta; y, aunque esta rama de los Cerdeiriña nunca se lució por sus dotes para el canto, no faltarían el “feliz, feliz en tu día” y el “porque es un tío excelente…”. O sea, otra fiesta familiar de esas que tanto te gustaban y en las que tanto empeño ponías. Pero esta vez no ha podido ser. Y lo que duele más es que ya no podrá ser nunca más. Ojalá no perdamos, tras perderte a ti, esa voluntad de encuentro familiar que tú buscabas con tanto esfuerzo.

Por lo demás, ya ves, aquí estamos intentando gestionar el duelo de tu pérdida y amortiguando ese dolor opaco e íntimo que produce la falta de alguien que formaba parte importante de nuestra existencia. Suelen decir que uno siente el verdadero valor de las cosas cuando las pierde. Y lo mismo sucede, con más razón aún, con las personas, porque ya no es que las pierdas a ellas, es que pierdes todo el conjunto de significados y relaciones que ellas te aportaban. En tu  caso, Vicente, ese mundo personal tuyo era tan amplio y tan variado que la pérdida va a resultar enorme. Dolía escuchar, tras el funeral y el entierro, a gente de Poio y Pontevedra que considerábamos ya amigos por tantos años de relación, decirnos eso de “ahora ya no sé si volveremos a vernos, pero que sepáis que os apreciamos mucho”, “por favor volved alguna vez por aquí y avisadnos”. Ellos sentían que con tu muerte nos perdían a nosotros, y también nosotros sentíamos esa misma angustia de que tu falta iba a suponer la desaparición de todo lo que habíamos vivido contigo y a través de ti. Esa es, al fin, la tragedia ampliada que cada muerte ocasiona a quienes quedan vivos: no es solo el dolor de la pérdida del ser querido, es que les altera su mundo, les cambia la vida, les fuerza a una reconstrucción de sus redes sociales. Una ruptura enorme, una enorme herida (como la que representa Alberto Bañuelos en Muxía) que te resquebraja por dentro.

 Por supuesto, no tengo ninguna duda de que saldremos adelante.  Afortunadamente, hay mucha energía y vitalidad, mucha fuerza humana en quienes te hemos perdido. Esa es la otra cara de la moneda del dolor por la muerte de un familiar o amigo. Y la ves ya en el propio tanatorio. Se siente el dolor, el estrés por la pérdida, la angustia reflejada en lágrimas y recuerdos, pero también se percibe que la vida trata de sobreponerse al lamento, que las conversaciones son animadas, que incluso aparecen las risas respetuosas… Es un contraste de sensaciones terapéutico y plenamente humano. Estoy seguro que tú, Vicente, estarías encantado con eso: “non estedes tristes, nos dirías, a miña marcha era sabida, e eu xa a tiña asumida. Por outra banda, despois de todos estes anos nos que tanto me tocou sufrir e nos que tanto vos fixen sufrir e preocupavos por min, é bo que as cousas muden para que todos, vos e tamén eu, pasemos a unha mellor vida. Coidade das vosas familias e eu seguirei apoiándoas dende o ceo”.

Querido cuñado, no quiero enrollarme mucho.  Aún estoy en esa fase de bajón y abulia propia de estas circunstancias, pero no quería dejar pasar tu cumple sin un recuerdo cariñoso. Los 80 años es una etapa de mérito. Quienes habéis llegado a esa fecha (en tú caso, casi casi…) habéis recorrido momentos muy importantes en vuestras vidas. Tú, por ejemplo, el Concilio Vaticano II. Muchos de los personajes famosos que nos han acompañado con su música o sus interpretaciones cumplen en este año su 80 aniversario: Bob Dylan, Serrat, Raphael, Julio Iglesias, Miguel Ríos, Michel Douglas,  Geraldine Chaplin. Se ve que el año 1944 fue año de buena cosecha.

 Muchas felicidades Vicente. Ya sé que hablar de años, hablar de tiempo en ese otro lado de la vida carece de sentido, pero en este de aquí, donde aún perdura caliente y vivo tu recuerdo, que sea tu aniversario nos sirve para alegrarnos contigo y tenerte un poquito más entre nosotros. Un abrazo grande de tus hermanas y cuñados, de tus sobrinos de primera generación y también de los pequeños de la segunda, aunque los pobres no entienden muy bien cómo es eso de que un sábado estuvieras con ellos y ellas recorriendo la isla de Tambo y comiendo en Raxó y a los pocos días les digan que te has muerto. Para algunos es su primera experiencia de la muerte de un familiar. Su primera lección sobre la complejidad de lo humano.

¡Felices 80, cuñado! ¡Tienes mucha gente querida por ahí con los que poder celebrarlo!

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