viernes, octubre 07, 2022

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

 

 

 Semana saturada de cine.  A la mayor gloria del séptimo arte, porque ha sido cine en el cine, que es el contexto adecuado para sentir lo que el film te quiere transmitir. Es una sensación real, situada. Parecido a lo que sucede cuando lees un libro de papel y lo tocas, lo sientes, lo tienes allí contigo. El cine tiene también sus condiciones: la sala, la oscuridad, la compañía invisible de los otros asistentes, el sonido ambiente, la pantalla grande, la implicación plena en la historia, las risas o suspiros tuyos y de otros…el cine en el cine se vive, no solo se ve.

Claro que en esta crisis global de espectadores nos ha pasado bastantes veces de estar solo nosotros en la sala. O con otra pareja. Y eso, la verdad, rompe el encanto. Pero esta semana ha sido distinto: la rebaja de precios para celebrar los “días del cine” a medio llenado las salas. Y ha sido mucho mejor. Cine en compañía.

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS es una película española de este mismo año (2022) dirigida por Oriol Paulo (que ya hizo películas interesantes como El cuerpo con Belén Rueda, Contratiempo o Durante la Tormenta) y protagonizada por Bárbara Lennie (que está fantástica) y Eduard Fernández, ambos bien conocidos en el contexto cinematográfico español. Está basada en la novela de Torcuato Luca de Tena que lleva ese mismo título. Hoy le criticarían por denominar así, “renglones torcidos”, a las personas que padecen enfermedades psiquiátricas.

El guión es obra del propio director con Guillem Clua y Clara Sendim. No he leído el libro así que no puedo comentar el grado de ajuste entre novela y film. Supongo (solo supongo) que en la novela los protagonistas son los enfermos mentales (de hecho, sé que Luca de Tena recorrió varios psiquiátricos españoles antes de escribirla), pero en esta película, su papel es el de mera comparsa, de fondo contextual que el director usa para dar un tono policíaco y de suspense a la trama. En cualquier caso, debo reconocer que la sintaxis de la historia me ha parecido compleja, confusa y de difícil progresión. Demasiados bucles entre pasado y presente, entre realidad y falsedad. Probablemente, se trata de una complejidad intencional (es una de las características del cine de Oriol Paulo) que busca reflejar la compleja relación entre realidad y mente humana, pero te deja esa incierta sensación de que no has sabido entender la historia. Haciendo gala al título, también el guión es un renglón torcido (y retorcido), en el sentido más literal.

 Imagen y fotografía están muy bien. El inicio del film entrando en el impresionante edificio de la residencia es el preludio de una detallada descripción de los espacios y las acciones que suceden a lo largo del film. No sé si todos los intervinientes fueron actores profesionales, pero, la verdad, están muy bien caracterizados tanto los sujetos como los ambientes. Todo te lleva a sentirte, tú mismo, dentro de una institución cerrada y en ese marco agobiante de un mundo especial. Bernat Bosch ha hecho un gran trabajo con la fotografía. Y los responsables del casting han hecho una selección de actores, sobre todo secundarios, sobresaliente.

La historia que se nos cuenta es la de una detective privada que, para aclarar un caso de dudoso suicidio, finge una paranoia para ser internada en una residencia psiquiátrica y poder resolver el caso desde dentro. La tarea no resulta fácil, como puede suponerse, y toda la historia se va complejizando a medida que avanza el proceso. La detective acaba viéndose afectada en su propia salud física y mental. Todo el hilo de su historia y misión se enreda y acaba atrapada en el mismo marasmo de confusión entre realidad y ficción que caracteriza a las enfermedades mentales.

Es esa labilidad entre la ficción y la realidad, entre la cordura y el desequilibrio, el espejo en el que el film (y supongo que la novela) nos sitúan. No es fácil distinguir la verdad de la ficción y a veces todos pasamos por esos momentos psicóticos en los que los confundimos. La historia que se nos cuenta resulta poco creíble en su conjunto (con ciertos huecos en el guión que le desmerecen), pero no importa porque tampoco era ése su objetivo. Lo interesante es que durante las 2 horas y media que dura el film (¡otra película larga de más!) estás atrapado en la historia y en el ambiente del psiquiátrico. Y cuando concluye, como el final es abierto e interpretable, sigues sin saber qué demonios es lo que ha sucedido.

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