viernes, enero 18, 2008

La felicidad y Dami.



¿Es buen día hoy para hablar de felicidad? En medio de un periodo bastante lleno de melancolía, puede resultar chocante dar ese salto en el vacío. Pero hoy es viernes, y eso ya te aproxima un poco a la felicidad. Además, tras una conferencia en Vigo, esta tarde saldré para Madrid a homenajear a una amiga que va a cumplir sus 60 años. Y si tuviera que poner algún ejemplo de persona feliz, sería en ella, nuestra Dami, en la que pensaría primero.

Y resulta curioso porque ella no responde mucho al patrón de las personas que ponen el éxito y la felicidad fuera de sí mismas. La felicidad de Dami está dentro de ella, le pertenece, forma parte de su sistema linfático y por eso le recorre todo el cuerpo. No radica en títulos u honores, ni en protagonismos especiales. Es una felicidad doméstica, hecha de momentos como esas mantas multicolores formadas por miles de pequeñas piezas. Su heroicidad (lo de ser felices hoy es día, aún sigue siendo cosa de héroes) no radica en la búsqueda de grandes metas sino en gestionar su entorno con amabilidad y en llenar de cariño y pasta sciuta a cuantos le rodean. Si alguna vez pudo ser cierto aquello de que ser feliz no depende tanto de “tener lo que se quiere sino de querer lo que se tiene”, el caso de Dami es un buen ejemplo. Y no porque haya adoptado una actitud panoli y resignada (esa de “felices los que nada esperan, porque nunca se verán defraudados”) sino porque ha sabido muy bien dónde estaba su fortaleza. Se ha pasado buena parte de su vida rodeada de estrellas (y de psicoanalistas, que aún es peor) pero ni siquiera eso le ha hecho perder su propia luz, no la ha convertido en satélite de nadie. Todo el mundo sabía que aquello funcionaba porque la Dami estaba allí.

En fin, así es la cosa de la felicidad. Ese tesoro que todo el mundo vamos buscando sin saber bien lo que buscamos. Y es que los reclamos, a veces, confunden. Algunas buscan esa felicidad tipo “telecinco” llena de tetas y caderas despampanantes; otros vamos como locos tras la felicidad bancaria o la académica o la profesional. A veces se consigue, pero siempre el precio a pagar es alto y el rédito final (lo que pierdes de una felicidad para ganar de la otra) no suele merecer la pena.

Y aunque abundan los desorientados en esta búsqueda, llama la atención cuánta gente ha hecho bien las cuentas con respecto a la felicidad. Me he tropezado en Internet con las respuestas que algunos navegantes daban a la pregunta clave de si existe realmente la felicidad.

Hay respuestas muy interesantes. “La felicidad no es un lugar al que parece imposible llegar, dice Sylvie, sino una forma de vivir”. Y un anónimo añade “Claro, si te refieres a la vida, la vida será bella si sabes vivirla, y si sabes vivirla serás feliz”. Pero la idea más general es que la felicidad no es un estado permanente, hay momentos de felicidad. Eso dice Ricardo: “La felicidad absoluta y eterna no existe. Sólo existen momentos de felicidad. El filósofo Séneca dijo: Felicidad es no necesitar de ella”. E insiste otro internauta: “La Felicidad como realidad en si misma, como algo concreto y determinado no existe. Lo que existen son momentos Felices.Y la continuidad de estos momentos felices en mayoría, sobre los momentos menos felices, nos dan la percepción de un estado de Felicidad”. “¿Existe el aire?, se pregunta Lori, no lo vemos pero sabemos que esta allí...con la felicidad pasa eso. La felicidad no es un estado que pueda ser permanente, pero si son constantes los momentos de felicidad...la cuestión es que estamos tan absortos con millones de cosas, que no le damos importancia al momento”.Hay una respuesta anónima que tranquilamente podría haberla escrito cualquiera de nosotros: “Yo defino mi felicidad, como pequeñas pausas en mi vida atareada entre compromisos y rutinas...cosas que aun hoy me sorprenden a cada momento...cuando alguien por la calle me da los buenos días con una sonrisa, cuando amablemente alguien se toma la molestia de cederme su lugar, cuando alguien sin motivo me obsequia una sonrisa...cuando no hay cola para pagar la luz y puedo usar ese tiempo en mirar un libro, jugar con mis hijos o simplemente sentarme a no hacer nada...cuando mi jardín florece, cuando llueve, cuando sale el sol y moría de frío, cuando mis amigos me visitan, cuando mis padres me llaman por teléfono, cuando alguien recuerda mi cumpleaños, cuando me hacen un descuento en mis compras, cuando encuentro los zapatos de mis sueños y están de oferta ....cuando mis hijos me miman, cuando me sonríen, solo mirarlos, verlos dormir o jugar, verlos como progresaron en algo que practicaron, un abrazo, un beso...y podría citar un millón de situaciones mas que me hacen sentir feliz.”
También esta otra está bien: “La felicidad, es sólo un estado de ánimo... No es algo que dure de forma continua y permanente. Pero por supuesto que existe, son aquellos momentos que llenan nuestra vida, que hacen que todo tenga sentido o merezca la pena. La felicidad para algunos está en vivir una emoción muy intensa y para otros, puede ser simplemente un estado de calma o paz interior”.
Pero hay dos respuestas que me gustaron especialmente: “Creo que no debemos de buscar la felicidad, sino contentarnos con ser felices”. Efectivamente, eso de “buscar la felicidad” parece pretencioso y cursi. Y parece como si tuvieras que salir a su conquista y enfrentar trabajos sin fin. “Dejarse ser feliz” suena más relajado y satisfactorio. La otra respuesta tiene mucho que ver con la fiesta que hoy celebramos y con la persona a la que hacemos nuestro homenaje: “Hay quien dice que eres más feliz cuando no buscas tu felicidad, sino la de la gente a la que quieres. Si ellos también buscan la tuya, entonces la felicidad será doble...”
Yo creo que ése ha sido el gran mérito de Dami, que ha repartido tanta felicidad a su gente que no podía sino recibirla de ellos. Y eso, es justamente, los que nos ha traído hoy hasta aquí a toda su panda de amigos. A compartir con ella otro de esos momentos felices a los que nos ha acostumbrado desde hace tantísimos años.

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