sábado, enero 11, 2025

LAS VIDAS DE SING SING

 

Oí hablar de ella en algún programa de la radio (que es como un “boca a boca” pero radiofónico) y el comentarista ponía bastante entusiasmo al valorarla, sobre todo por el enorme papel que desempeña Colman Domingo, el protagonista. Eso y el que se hiciera cine del teatro como estrategia terapéutica fue suficiente para animarnos. Y, la verdad, mereció la pena.

Las vidas de Sing Sing es una película estadounidense del 2023 (ha llegado un poco tarde a España). Esta dirigida por Greg Kwedar, un director novato del que se conoce solamente una película anterior “Transpecos”. Es, por tanto su segundo trabajo. En lo que sí posee una amplia experiencia es como guionista. Lo ha sido en películas dirigidas por Clint Bentley (Jockey, 2021 y Trian Dreams, 2025).  En esta ocasión han cambiado los papeles, Greg dirige la película y Clint Bentley, con el propio Greg Kwedar y John Richardson construyen el guión, que está basado en la historia real de uno de los actores Clarence MacClin que fue condenado por un asesinato y vivió esa experiencia de cárcel y teatro. Y la mayor parte de los actores son también expresos que vivieron igualmente largos periodos de prisión y participaron en la experiencia de rehabilitación a través del arte que desarrollaban en Sing Sing.

Música y fotografía pasan un poco desapercibidas (o fui yo que estuve poco atento a esos aspectos). El ambiente cerrado parecía coherente con el contenido del film que es el teatro. Y aunque se hable de Sing Sing, una prisión temible y de alta seguridad, y uno espere ver los espacios especialmente duros y carcelarios de otros films, en esta película no se tiene la impresión de estar en una cárcel, salvo quizás las dos o tres escenas del patio y alguna imagen externa de la prisión. Y los personajes, aunque duros al inicio acaban manteniendo perfiles suaves y afectivos.

La mayor parte de los personajes que actúan lo hacen representándose a sí mismos, lo que significa que no son actores y eso aporta un especial mérito al film. Sí lo son, por supuesto, los 3 o 4 protagonistas principales sobre los que pivota la historia. El principal, sin duda, es Colman Domingo que hace un trabajo excepcional y mantiene el ritmo y la tensión emocional de la historia. También está muy bien Paul Raci en su tarea de medio terapeuta, medio director de escena. Clarence Maclin, que sí fue preso en otro tiempo, en su papel de malo y Sean Blackman como bueno, también lo hacen bien. Y, como decía, es muy de destacar el papel digno que desarrollan todos los demás. Hasta que vimos los créditos finales, nadie hubiera dicho que no son actores profesionales.

 La historia que se nos cuenta es interesante. Lo es para mí por razones personales y profesionales. Hacer teatro en la cárcel es una síntesis perfecta de mi formación como psicólogo, pedagogo y criminólogo. Y he de reconocer que siempre me ha parecido que el teatro es una herramienta fundamental para el autoconocimiento y la autorregulación. De hecho, estoy convencido y así lo he propuesto repetidamente que tanto psicólogos como pedagogos (y educadores) deberíamos tener el teatro como un componente de nuestra formación.

Eso es lo que hace este grupo en la cárcel, buscan una historia (en realidad da un poco lo mismo el tipo de historia que sea pues en todas va a aflorar la situación personal de quien actúa), y la van construyendo a la vez que se organizan como grupo. Que el teatro va más allá del teatro se ve bien en las tareas que el coach les va proponiendo. Me recordaron mucho las sesiones de dinámica de grupo que yo mismo dirigía en los inicios en los años 80.

Y así, la experiencia de convertirse en otro, de convertirte en personaje permite a cada preso afrontar su propia forma de ser. Les permite comprobar que el comportamiento se construye y, por tanto, se puede autoregular. La sensación de que uno es como es y no puede ser de otra manera, deja de ser tan oprimente y cada actor constata que puede alterar la forma de ser y actuar de su personaje. Y quizás, poco a poco, puede hacer lo mismo consigo mismo.

Y así, frente al frío de la soledad del patio, frente a la rudeza de las relaciones basadas en la fuerza y la amenaza, el teatro les permite descubrir otros códigos de comunicación y relación entre ellos. Aparece la empatía, se hace necesaria la colaboración y sincronía en el grupo, se buscan metas comunes, se valora la aportación individual de cada uno al grupo, se aprende a afrontar juntos las dificultades. Y todo eso en el terreno psicológico y relacional; a lo que cabe añadir todo lo que el teatro tiene de adquisición de otras capacidades y competencias: la lectura, la memorización, la expresividad, la modulación tonal, el movimiento…

En fin, es una película notable. Hasta ahora lo que más se ha valorado de ella es el gran papel del protagonista Colman Domingo (multinominado para mejor actor) y el guión (premio de la crítica al mejor guión adaptado). Pero es seguro que el largo listado de nominaciones y premios se incrementará este año.

 

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