lunes, octubre 06, 2025

UNA BATALLA TRAS OTRA

 


 


Con el cine suele pasar eso, que vas escuchando comentarios en la radio, que los amigos que han madrugado más que tú en ir a verla lo comentan y te cuentan sus impresiones. Así que,  poco  a  poco se va configurando en tu cabeza una idea aproximada de lo que vas a ver.  Y luego, tú contrastas lo que habías oído y lo que tú mismo has sentido en la sala. En este caso, los comentarios previos eran mayoritariamente positivos, excepto algunos que tras leer a Boyero decir que la película le pareció “un bostezo tras otro”, decidieron no ir. Nosotros sí que fuimos y, la verdad, fue todo un disfrute visual.

“Una batalla tras otra” es un film estadounidense de este mismo año (2025) que está dirigido por Paul Thomas Anderson (Licorizze Pizza) que es, también, autor del guión (adaptación de la novela Vineland de Thomas Pynchon). En Vineland (supuestamente California, la región del vino) se describen las acciones subversivas de grupos radicales de los años setenta. El guión de Anderson, recoge la violencia de ese momento, pero endulzándolo desde la distancia con toques cómicos y comportamientos esperpénticos y algo absurdos. Al final, resulta que la combinación es eficaz y disfrtutas de casi tres horas de cine sin el más mínimo cansancio.

 Parte del éxito está, desde luego en los actores que llenan la pantalla con una solidez fantástica. Los principales protagonistas (Leonardo di  Caprio, Sean Penn, Chase Infiniti, Benicio del Toro) están soberbios, llenos de matices y con una energía que te mantiene en vilo. La fotografía es excelente tanto en la puesta en escena y la definición de los contextos, como en la expresividad de los primeros planos. Creo que no olvidaré nunca la efectividad de la escena de la persecución en carretera filmada en Vista Visión: ese panorama abierto con la carretera que sube y baja y con una música de jazz electrizante. Era como sentirte en una montaña rusa, hasta ese punto lograba ponerte en situación con sensaciones de casi 3D. La música muy ajustada a las diversas situaciones por las que transita la historia: jazz a tope para electrizarte y música zen para relajarte. Y el ritmo muy bien logrado: entre el pausado y cansino del requerimiento de una consiga o del desarrollo de una situación tensa o amenazante hasta el ritmo enloquecido de las acciones violentas. Es el contraste entre la locura de Di Caprio (Bob Ferguson) y Benicio del Toro, el profesor de kárate que es todo tranquilidad y parsimonia.

 La historia que se nos cuenta trata de reflejar las andanzas de un supuesto grupo anarquista: French 75. Es amena y sorprendente con una mezcla permanente entre el atacar y el defenderse y huir. Se incluye mucha violencia, un poco loca en ocasiones, y muchas situaciones absurdas de amor-odio, de lógica terrorista, de policías y ladrones. No falta, desde luego, un fondo de discurso político antisistema en temas como la inmigración, el poder incontrolado, los poderes ocultos, el sexo, etc. Van apareciendo flashes de cada tema, pero sin profundidad, como meros apuntes. Se hace entretenida.

En fin, una película que ha encantado a algunos, entre los que nos encontramos, y ha resultado un fiasco para otros. Justamente por eso, ya merece ser apreciada.

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